¿Qué es el Safe and Sound Protocol (SSP)?

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El Safe and Sound Protocol o SSP (por sus siglas en inglés) es una intervención en la escucha destinada a reducir hipersensibilidades auditivas, mejorar el procesamiento auditivo, calmar el estado fisiológico y favorecer la conexión social espontánea. Dese el punto de vista teórico, el SSP se aleja de las disciplinas que suelen rodear el tratamiento de trastornos del procesamiento auditivo, que recalcan el papel de las estructuras centrales a la hora de procesar el habla.

Introducción al Safe and Sound Protocol: Origen y principios Básicos

El SSP (Sensory Processing Stimulation) se concibió teóricamente para reducir las hipersensibilidades auditivas. Este método innovador funciona mediante la activación de las funciones de anti-enmascaramiento propias de los músculos del oído medio. El objetivo final es optimizar la función de transferencia del oído medio para que pueda procesar el habla humana de manera más eficiente.

El modelo de «ejercitación» en el que se basa el SSP utiliza estimulación acústica modificada por ordenador. Esta estimulación modula la banda de frecuencias que llega al participante, seleccionando cuidadosamente las características frecuenciales según las ponderaciones y la banda de frecuencias documentadas que se asocian a las técnicas contemporáneas empleadas para extraer la voz humana de los sonidos de fondo.

En la escucha normal del habla humana, los músculos del oído medio contraen y endurecen la cadena osicular gracias a unos mecanismos centrales descendientes. Este proceso cambia la función de transferencia del oído medio, eliminando eficazmente la mayoría de los sonidos de fondo de baja frecuencia «enmascaradores» del entorno acústico. Esto permite que las estructuras cerebrales superiores procesen la voz humana con mayor efectividad.

La modulación de la energía acústica de las frecuencias de la voz humana, similar a la prosodia vocal exagerada, activa y modula la regulación neuronal de los músculos del oído medio. Esto reduce funcionalmente las hipersensibilidades auditivas, estimula la conexión social espontánea y calma el estado fisiológico aumentando la influencia de las vías vagales ventrales en el corazón.

La música vocal se procesa en el SSP para «ejercitar» la regulación neuronal de los músculos del oído medio. El objetivo final es mejorar el procesamiento auditivo de las vocalizaciones humanas. Los estímulos acústicos, que representan la gama de sonidos del habla humana normal, se modulan y se suministran a ambos oídos.

Los estímulos de la intervención se administran a través de auriculares. El protocolo consiste en 60 minutos de escucha durante cinco días consecutivos. La sesión se realiza en una estancia silenciosa, sin grandes distracciones, utilizando un dispositivo MP3 o iPod. Durante el proceso, el terapeuta o progenitor ejercen un acompañamiento amable.

Para más información, ver Porges et al. (2013, 2014) y Porges y Lewis (2010).

[…] Llevo investigando esta intervención desde finales de los noventa, cuando probé una tecnología para estimular características de la teoría polivagal.

La teoría polivagal, especialmente en su énfasis en el sistema de conexión social, propone que la activación de los músculos del oído medio mediante vocalizaciones prosódicas –las cuales nos ayudan a distinguir la voz humana del ruido de fondo a través de información neuronal– genera cambios en el estado fisiológico que fomentan la sociabilidad espontánea. Este sistema, observable cuando una madre utiliza una voz altamente modulada para calmar a su bebé, se activa principalmente al escuchar voces con alta prosodia y gran variación de tono.

Implementación del Protocolo SSP

El Protocolo Seguro y Sonoro (SSP) se basa en un modelo simple que proporciona al sistema nervioso pistas acústicas que inducen una neurocepción de seguridad. Tras probar la intervención con niños autistas, los resultados fueron sorprendentemente positivos (ver Porges et. al., 2013; Porges et. al., 2014). En la última década, más de doscientos niños y varios adultos han participado en nuestras investigaciones, donde hemos aplicado la intervención en la escucha.

Hemos observado reducciones en las hipersensibilidades auditivas, mejoras en el procesamiento auditivo, mayor comportamiento social espontáneo y una mejor regulación vagal cardíaca (es decir, arritmia sinusal respiratoria).

El SSP consiste en la escucha de estimulación acústica. Se emplea música vocal para enfatizar los rasgos prosódicos de la voz humana. Al escuchar una voz con alta modulación tonal, el sistema nervioso comienza a generar un estado asociado a la seguridad. Basándonos en esto, amplificamos los rasgos prosódicos de la música vocal mediante algoritmos informáticos especialmente diseñados. Si lo escuchara, podría percibir que la música se apaga y se enciende, subiendo y bajando de volumen. Al desaparecer los sonidos, podría esforzarse por oírlos, experimentando una sensación subjetiva de pérdida.

Cuando el sonido regresa, podría sentir una oleada de euforia. Al modular las bandas de frecuencia, nos sentimos subjetivamente arrastrados dentro y fuera del entorno acústico. El objetivo de la intervención es activar los circuitos neuronales que participan en la neurocepción de seguridad, usualmente provocados por voces prosódicas similares a las de una madre calmando a su bebé. La intervención amplifica la prosodia, no el volumen. Esto significa que vuelve los rasgos acústicos de las vocalizaciones más melódicos y con mayor variación en la entonación. Además, se eliminan los sonidos de baja frecuencia que normalmente provocarían reacciones defensivas.

Estos estímulos acústicos modificados se presentan al niño en una habitación silenciosa, considerando que podría tener dificultades para afrontar otras formas de estimulación, incluidas las interacciones con otras personas. La intervención tiene dos objetivos: primero, mantener al niño en un estado fisiológico relajado que propicie las sensaciones de seguridad; segundo, exponerlo a la estimulación acústica modulada. La única forma de que el sistema nervioso pueda regular los músculos del oído medio es que no esté en un estado de hipervigilancia y defensa. De este modo, el niño puede disfrutar de los beneficios neurofisiológicos de los sonidos modulados.

Percibo la intervención como un ejercicio neuronal que requiere de la escucha pasiva de sonidos. Estos sonidos despiertan en el sistema nervioso la necesidad de vocalizaciones prosódicas, o su interés preconfigurado por ellas. Observar a los niños participando en la intervención es una oportunidad de presenciar en acción el circuito neuronal que regula todo el sistema de conexión social. En muchos de los participantes, los músculos faciales se animan y la prosodia aumenta en sus vocalizaciones, permitiéndoles escuchar mejor sus propias voces. Desde una perspectiva funcional, la intervención también fomenta la regulación vagal cardíaca, lo que calma el estado fisiológico y vuelve las voces más prosódicas.

Por el Dr. Stephen Porges (Extractos de su libro Guía de bolsillo de la teoría polivagal. ©Editorial Eleftheria, 2018) Safe and Sound Protocol.

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